esa noche fue mi cielo para ti
salpicado de tus ojos
y eran tantas las huellas de tu tacto
que perdimos el temor de no encontrarnos
emanábamos a pie entre dos mundos
entre espíritus de sombra
y rocas con miradas hacia adentro
callaban las almas del purgatorio
a un gesto tuyo
con tu índice sobre los labios
dirigías el canto de los grillos
y sólo con existir tu aliento
llamabas a la vida a continuarse
entre las frases entrecortadas
que apenas decía el agua entre las piedras
muda, no interrumpía la luna
ahogada en su espejismo
y toqué tu rostro por primera vez
pero ya fue para siempre
sin moverte permitiste
que mis ojos y mi mente te fijaran
en esa fotografía de la noche
que no carcome el tiempo
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