domingo

dormida

me embriago de luz y de cielo
y me regocijo en este dolor de ausencia,
me lleno de los besos de tu sueño
hasta ser sólo consciente de tus labios.

huye el mundo y la materia,
es tan breve todo para tus palabras:
tan carentes de color las cosas todas
que no dices con tu boca tierna

te has entregado a mi mano abierta
como la fruta nueva que da su vida
y puedes llamarte ajonjolí o nectarina
o amor soñado o arrecife
o exacerbación del fuego de los sueños.

qué oscuridad amada la de tu silencio,
la de tu espalda en las mañanas;
qué oscuridad la de nuestras noches
que hemos robado a vivos y noctámbulos;
qué amada oscuridad la que me entregas
con el primer largo suspiro de la noche.

1 comentario:

Brenda dijo...

La oscuridad y la noche nos dan paso a lo que siempre hemos soñado...a lo que hemos creado entre nosotros dos, que ha surgido del amor embriagante.
Tu puedes ser la fruta de la primavera con la que sacio mi sed.