abría la nube su visión al sueño
si tu labio articulaba un gesto
o tu mano señalaba algo
oía el pétalo tu sueño
juntos, aisalados y en el todo
cayendo nunca circulares,
con ángeles coronados de tu pelo
que se desplumaban a tu parpadeo:
morir y vivir del cielo
así era posible el mundo
y las voces ocultas
de los objetos quietos y nocturnos
salían en gran baile
saltando alegres a nuestros oídos
hasta el rumor bravo del agua
en su ímpetu de morir
acababa por ser un pliegue de tu labio
que cedía a su suave curvatura
y ya nada olía a ayer ni a mañana
porque en ti el tiempo
surgía y se movía
ondulando siempre
su forma hacia ningún lado.
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