sábado

mujer

Mujer

En teoría renacerían mis labios,
pero en lo tangible no
han hecho más que ir muriendo.

Lo que tocas mujer
se hace mágico y borroso,
la bruma que lo envuelve:
tus palabras cálidas, enmascaradas;
la neblina que hace aparecer luces y sombras,
puntos rojos y azules en el horizonte.
Tus gestos abren mundos hacia atrás
donde los aprendiste.

No soy tan fácil de engañar mujer;
y es que quizá
no te haz detenido en mis ojos:
su claridad es de otra naturaleza,
su mundo otro nivel:
el que ve no detrás de las cosas,
sino detrás de lo que no se ve.

¿Qué batallas se libran en tu interior?
que la imaginación desbordada y la locura,
ambas dando cuerpo al genio en tu persona
liberan tus horizontes internos
y te expanden hacia adentro.
Nadie mujer, nadie puede huir,
y aunque la verdad también se inventa
la sola esencia de las cosas es sólo una
su naturalidad innegable.

Cuantos soles abriste con un guiño
son hoy supernovas.
Nunca creaste tantas estrellas
en el anterior cielo vacío
como las que ahora se desploman de él.
Cuando haz mirado al cielo lo haz hecho volar,
cuando le haz sonreído
revive en él un azul mítico y atemporal:
el cielo te ama pero puede caer sobre ti.
El cielo te ama,
y en arrebatos de amores
ha de partirse y lanzarse sobre ti
para alcanzarte.

En la locura del amor se abrirá un intersticio,
una grieta negra en su inmenso azul
por donde saldrá su mirada,
que bien vista
no es la ausencia de luz sino su máscara.

Es el vacío tan profundo
que alberga en sí
la posibilidad de contenerlo todo.

A tu gravedad de hoyo negro
han sucumbido caballerías,
han caído ya varios reyes mitológicos,
héroes que tú misma inventaste,
la misma tinta de estas palabras
tiende hacia ti irremediablemente,
el mundo entero caería en tu bolso.

A cada diástole tuya mujer
el Universo se derrumba.

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