a veces se disparan flechas
detrás de las manos temblorosas
mientras los ojos cerrados
lloran hacia las venas
muchas noches no hay luna
ni estrellas ni nubes
porque los grillos se esconden
de los anhelos súbitos
se miran a la cara mas no los ojos
y piensan sólo en la mejilla
en el lóbulo y en el labio
mas no en la lengua y la mirada
se disparan las flechas ausentes
se hieren a sí mismos haciendo blanco
en el pecho de alguien que no era
que no debía ser el cielo de aquel día
muchos días se confunden las aves:
hacen círculos de izquierda a derecha
y se olvidan verdes y ruidosas de decir
este hoy ya es un siempre y un mañana
no ha de amanecer para ellos ese día
que la lengua se ponga ante sus pies
que el corazón le ate a su espalda
un recuerdo, una mirada verdadera
no ha de venir una noche como esa
que las manos toquen suaves su labio
que en su aliento renazca el fruto
que aún no llega de la mano en su pecho
toca, toca mi pecho, aquí, aquí:
donde ha de unirse de lágrimas en labio
el único acento de palabras graves
la ya sin olvido voz de nuestra voz
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