encuentran un día sus tactos
y sienten el rojo de sus corazones
sangran sus venas de azul cielo
para aumentar la sed de sus manos
crecen así sus cuerpos estando de frente
integran sus pieles sin abarcarse nunca
y se encuentran cada vez que se tocan
aman el tronco desnudo de los árboles
beben en las manos cruzadas
el agua naciente de la tierra
y llevan un grillo siempre en la mano
para tener cerca sus latidos
detienen las aves en sus hombros
y ellas vienen por su voluntad
escuchan de cerca las felices
fiestas de los insectos revoltosos
enloquecen con el dorado de las mañanas
y los naranjas de las tardes
revuelven el agua blanca entre sus dedos
y se salpican de algodón la nariz
encantados de verse bailar sobre azucenas
acarician también flores blancas
y estiran sus lenguas hasta arrancarles
el dorado sabor del agua y la tierra
se sumergen con la boca abierta en sus cuerpos
se adentran en su sangre y en sus huesos
y por fin viven ahí para siempre
atándose con sus propias manos al otro
dejándose sentir la lluvia sobre el rostro
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario